COLUMNA. Del ruido al silencio
Freddy Méndez, Director Creativo y fundador de LA*LIBERTY, comparte con Ultravioleta su columna Del ruido al silencio, en esta revela su punto de vista acerca de los hechos acontecidos en las últimas semanas en el país.
El país atraviesa momentos de tensión extrema. Parecen muchas más las cosas que nos separan que las que nos unen. Divisiones entre partidos, entre clases sociales, entre generaciones, entre géneros, entre gremios, entre comunidades, entre celebridades.
Ya son varios los muertos, heridos y detenidos que dejan las manifestaciones. Todos de alguna forma inocentes, pero de alguna forma culpables. Una guerra de colombianos contra colombianos, una de las más antiguas –y estúpidas– del mundo. Las pérdidas son incalculables.
No sólo se trata del mobiliario urbano, sino de los efectos económicos derivados de la paralización del aparato productivo, de los balances en rojo de las pequeñas empresas, de los empleados que como consecuencia se quedarán sin trabajo, de los turistas que dejarán de venir, de los inversionistas que se irán con su dinero a otra parte.
Pero cómo no alzar la voz en contra de la corrupción política, del ineficiente aparato judicial del país, las desigualdades sociales, el régimen pensional y de salud, del alto costo y el bajo nivel de la educación, el desempleo, el régimen tributario, la destrucción de los recursos naturales.
Es una olla a presión a punto de explotar, y como suele ocurrir en los pueblos humildes, le estalló en la cara al más chiquito e inexperto de los presidentes que hemos tenido. La banderita de la economía naranja, terminó de limpión.
Se ha dicho que hay que hacer de las crisis una oportunidad creativa y claro, no faltaron los que aprovecharon el papayazo y lo convirtieron en un plan de lo más divertido, con chocolatada, concierto sinfónico, danza, vinito… sabroso.
Mejor todo esto que estar clavado hasta tarde en la oficina o haciendo tareas. Cada marcha se volvió una oportunidad de oro para las milicias urbanas, para los del partido zurdo, para algunos venezolanos y muchos delincuentes. Los únicos que, salvo contadísimas excepciones, no se manifestaron fueron los anunciantes –ni los publicistas–.
Algunas veces el silencio es peor que una respuesta equivocada. Se convierte en complicidad, en indiferencia. Como si nada de esto terminara afectando a una industria ya golpeada hace años, justamente por su discurso pobre, predecible y polite.
Mientras esto se caía a pedazos, los posts de los líderes publicitarios se referían a sus bronces en El Ojo, en El Dorado, aquí y allá. La vanidad no da tregua.
La crisis no es solo aquí, es en Latinoamérica, en gran parte del mundo. Qué pasaría si en lugar de copiar los cantos ofensivos de las barras bravas argentinas o las técnicas de fabricación de bombas caseras de la Eta, usáramos nuestra capacidad creativa de otra forma, como lo han hecho, por ejemplo, los mismos españoles y argentinos en medio de sus respectivos dramas nacionales con mensajes como el #Yomequedo de Correos Market en forma de manifiesto, y la promo “Te devolvemos la inflación” del Banco Itau que apela al humor para ironizar alrededor del delicado momento que viven también al sur del continente.
Respeto la opinión de quienes el discurso altruista o activista les sabe a poco (por decirlo de buena manera), pero soy de los que sigue creyendo que la publicidad da para mucho más que estimular el consumo.
Muchos estudios han demostrado que hoy el consumidor además de un buen producto, le exige a las marcas tener una posición, Hacer algo por el mundo, también mueve la caja registradora y eso lo han entendido las que siempre marcan el camino, Google, Nike, Apple, Burguer King.
Aquí la tendencia no ha llegado y a este paso, tal vez nunca llegue. Primero porque estos temas parecieran estar reservados solo para los truchos; segundo, porque no son muchas las marcas con las agallas para meterse en estos temas, y finalmente, porque como me decía un amigo el otro día: “La mayor mentira que nos han metido es que en este país los buenos somos más”.
Aquí lo que sobra es gente mala y no hay que recordar episodios como el del collar bomba, la niña Samboní o los Nule, basta con revisar nuestra propia industria para darnos cuenta de la habilidad natural que tenemos para la mentira, la trampa y el silencio conveniente. Shhhh.
Freddy Méndez
Director Creativo y Fundador de LA*LIBERTY