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¿Valentía o vandalismo?

Desde Ultravioleta hemos seguido con atención las publicaciones del Señor X Publicitario en Instagram y su blog, espacios dedicados para expresar inconformidades, pero desde la clandestinidad. Y bueno, algo de cierto debe existir cuando la gente se suma a escribir y desahogar su malestar, desafortunadamente con un lenguaje inapropiado.

En estos espacios las personas escriben sobre temas relacionados, no solo con la profesión, sino con los supuestos abusos y los excesos que cometen las personas y las empresas. Pero, todo se queda sin piso cuando la denuncia se hace solo desde una voz y la calumnia se convierte en el arma de defensa.

Muchach@s de Señor X Publicitario, no olviden que en el mundo digital todo se puede rastrear y ya hay varias empresas que se están dando a la tarea con ustedes. Los invitamos a escribir sus columnas de opinión en Ultravioleta.co y con la “verdad bien dicha”. Bienvenidos.

Freddy Méndez, creativo publicitario, nos revela su opinión acerca de este fenómeno en época de inconformismo.

“Ayer el silencio era el refugio de los genios, hoy es la guarida de los cobardes”.

Si esta cita hubiese sido firmada por Newton, Sócrates o incluso, García Márquez, probablemente ya habría alcanzado el estatus de frase célebre, pero no, tuvo la mala fortuna de nacer en la cabeza de un redactor publicitario del montón como yo. Su única publicación se limita a un lindo libro que hace casi diez años sacó Sancho BBDO como regalo de fin de año para sus clientes.

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La rescato del olvido porque viendo las cosas que ocurren por estos días, me parece que viene como anillo al dedo. Sigo creyendo que quienes han sido favorecidos con un coeficiente intelectual más alto que el promedio tienen la responsabilidad de compartir su conocimiento con los que hemos sido menos privilegiados (las buenas ideas no sirven de nada si se quedan atrapadas en la cabeza de sus creadores).

Poder levantar la voz contra la injusticia, más que un derecho, debería ser una obligación. Estoy convencido de que la crítica es necesaria para mejorar y que el silencio dejó hace tiempo de ser una muestra de sabiduría para convertirse más bien en un acto de cobardía.

Aplaudo a quienes se rebelan en contra del racismo, la violencia de género, la discriminación, el abuso policial, la corrupción, la falta de oportunidades… me producen profunda admiración quienes caminan unidos reclamando cambios y exigiendo sus derechos.

Yo con vergüenza reconozco que no marcho, pero no porque crea que es innecesario o inútil, sino porque no puedo coincidir con quienes confunden valentía con vandalismo y se encapuchan como delincuentes para exponer sus argumentos.

Destruir lo poco que se construye con lo que queda de los impuestos que no se reparten los encargados de administrarlos, es como destruir la propia casa para sacarse de encima la piedra por un mal día en la oficina. Así no es.

Ya me he referido al silencio que históricamente han guardado las marcas frente a cualquier tema social o político y a la indiferencia con la que los publicistas vemos los problemas del mundo –excepto cuando los usamos como argumento para crear ideas de premio–.

Al final la industria publicitaria parece ser un reflejo de lo que pasa en nuestra sociedad. Hay tantas injusticias, abusos de poder y corrupción como en la misma política, pero menos gente valiente que se atreva a hablar del asunto. Parece existir una especie de pacto tácito de silencio que a nadie le conviene violar.

Los pocos que quieren hacerlo se contienen por miedo a ser liquidados, no digo como a los líderes sociales, sino sacados por la puerta de atrás sin indemnización.

Hace unos días un amigo, me compartió el link del perfil de un grupo llamado Señor X Publicitario que hace un trabajo maravilloso revelando historias de abusos en las agencias y desenmascarando villanos con capa de héroes. Lamento eso sí que hayan decidido hacerlo desde la clandestinidad. Su trabajo sería más valioso si las denuncias fueran firmadas con nombre y apellido.

Entiendo el miedo que produce dar la cara y las consecuencias que puede traer, pero abrir un canal para la crítica anónima es querer apagar un incendio con gasolina.

Partamos de la base de que no hay nadie en el mundo exento de críticas. Si hay bate para Messi, Greta Thumberg y hasta para el Papa Francisco, lo que se puede decir del resto de mortales es inimaginable. Reconozcamos que el inconformismo reina desde hace años en nuestra profesión y que la figura de jefe siempre ha generado más odios que amores, de modo que no es difícil imaginar que un espacio anónimo como este termine siendo tierra fértil para haters, resentidos y oportunistas que, tal como ocurre en las manifestaciones, aprovecharán para desestabilizar a las figuras de poder con perversas intenciones.

Es ahí cuando la clandestinidad le resta credibilidad al valioso y muy necesario trabajo de denuncia que quieren hacer.

Creo que la búsqueda de la verdad y la justicia debería ser una batalla más digna del aplauso que de la censura. Mi invitación a los creadores de este gran proyecto es a dejar de hacerlo desde la clandestinidad, a poner la cara. Eso sería un gran mensaje y un ejemplo de la publicidad a la sociedad misma.

Siempre he defendido la libertad de pensamiento. Durante mi paso por las grandes agencias nunca negocié mi honestidad y ahora lejos de ellas, sigo diciendo lo que pienso con libertad absoluta. No confundo agradecimiento con complicidad. Hay errores que por el bien de la industria no podemos seguir ocultando ni repitiendo, pero creo que referirse a otros desde el anonimato, no solo es tan cobarde como guardar silencio, sino que termina convirtiendo la opinión en chisme y la crítica en una herramienta cuya utilidad queda limitada a la multiplicación del odio, y de eso ya hay sobreoferta en todo el mundo.

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