Los nuevos tiempos han sido implacables y en esta ocasión congelaron a una empresa querida por los colombianos, La Campiña, una marca con la que varias generaciones crecieron disfrutando el clásico balón de helado y almorzando en su tradicional restaurante de la avenida de Las Américas, en la zona industrial de Bogotá.
En los dos últimos años la compañía adquirió obligaciones importantes y en este momento necesita 1.000 millones de pesos, una cifra considerable con la que sus socios no disponen. La decisión es vender sus activos y disolver la sociedad sin afectar a las personas que rodean la marca directa e indirectamente.
La Campiña nació en 1950 gracias a la unión de ganaderos e industriales de la sabana de Bogotá, durante los siguientes veinte años la empresa se dedicó al procesamiento de productos lácteos, producción de yogurt, yogurt helado y helados, desarrollando así un amplio portafolio. En los años 80 y 90 amplían su producción a nivel nacional con puntos de venta bajo tres conceptos: La Campiña, Bar Lácteo y Bon Glacet. Luego, entre 1990 y 2000 ampliaron sus puntos de venta y llegaron a los centros comerciales. Hasta diciembre de 2018 desarrollaron tres líneas de negocio: refrigerios escolares, catering y congelados.
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