Un gran ejercicio para no perder el propósito es pensar en sí mismos, en esas sensaciones y emociones que impactan, como punto de partida para diseñar experiencias relevantes, desde las propias experiencias.
Para determinar quién participa, en organizaciones con estilo autogestionado se busca la participación de los empleados, que se siga un proceso de co-creación, colaborativo y menos top down. Aun así no hay que olvidar la fuente, de dónde surge todo esto, y generalmente son aquellas personas que han estado en el inicio y que pueden tener acceso a esa primera chispa, la razón de porqué inició todo de un punto de vista más intuitivo. No desde un lugar de poder, control o imposición (ego), pero sí desde un lugar de conocimiento, experiencia y guía (intuición). Los mejores procesos son los que toman de ambas perspectivas, intercambios o interacciones comunes.
Sentir. Qué pasa en el mundo, qué pasa en la organización. Se debe hablar con las personas con las que la organización interactúa: clientes, proveedores, empleados, etc. Puede haber incluso roles que se encargan de ese sentir. Es clave poder contar con apoyos de consultores o coaches que ayuden a realizar ese proceso es fundamental.
Integrar. De forma colaborativa, con un equipo multidisciplinar, generar insights o conclusiones sobre la información que se ha reunido en el primer paso. Por ejemplo, innovar versus estandarizar, centrarse en clientes actuales versus nuevos clientes, no establece exclusiones pero sí prioridades.
Aun así no hay que olvidar la fuente, de dónde surge todo esto, y generalmente son aquellas personas que han estado desde el inicio las que pueden tener acceso a esa primera chispa, que es la razón de por qué inicio todo en un punto de vista más intuitivo. No desde un lugar de poder, control o imposición (ego), pero sí desde un lugar de conocimiento, experiencia y guía (intuición). Los mejores procesos son los que toman de ambas perspectivas, intercambios o interacciones entre ambas.
Planificar. Hacerlo de forma simple, solo planificar y cuantificar aquellas cosas esenciales para el tipo de decisiones que hay que tomar en ese momento.
Hay que pasar por este proceso realmente si se está en una posición de escucha y de recibir lo que la organización en sí como organismo o sistema puede brindar. Y no con el objetivo cerrado de tener una frase escrita que simplemente describa lo que ya existe.
Es más factible que los trabajadores estén enganchados con las actividades de la empresa si están alineados con un propósito común, pues son ellos los primeros consumidores de los productos o servicios de la compañía.
Con un propósito definido, los objetivos de la empresa son mucho más fáciles de ser comprendidos e interiorizados por los colaboradores de una empresa, mucho más cuando se trabaja a distancia.
Ayuda a generar lazos de confianza y transmitirlos en toda la organización, es esa cultura que se vuelve un lenguaje compartido.
El compromiso, los valores y el propósito de la empresa deben estar más presentes que nunca, no solo con el fin de generar ganancias. El único objetivo de maximizar el beneficio económico ha cambiado, ya se consideran otros objetivos más éticos. Todas las compañías tienen estos valores, pero ahora hay que darles protagonismo.
Los millennials que tienen una fuerte conexión con el propósito de la organización tienen 5.3 veces más probabilidades de quedarse (LinkedIn).
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