Aunque Toscani colaboró con varias marcas a lo largo de su carrera, fue su asociación con Benetton la que consolidó su estatus como un talentoso de la publicidad. En la década de 1980, la marca italiana de ropa buscaba destacarse en un mercado saturado de mensajes convencionales. Fue entonces cuando Toscani, con su visión futurista, transformó la identidad de Benetton en algo más que ropa: la convirtió en un estandarte de conciencia social.
Sus campañas para Benetton rompieron con los esquemas tradicionales. Toscani no vendía prendas; vendía ideas, emociones y provocación. Imágenes como la de un sacerdote y una monja besándose, un hombre muriendo de SIDA rodeado por su familia o las manos de personas de diferentes colores trabajando juntas, no solo capturaron la atención del mundo, sino que también generaron intensos debates sociales. Estas campañas no eran solo publicidad; eran declaraciones en el mundo de la comunicación, que invitaban a reflexionar.
Toscani comprendió algo que pocos publicistas lograron en su época: la publicidad tenía el poder de influir más allá de las ventas. Para él, las marcas tenían una responsabilidad social que no podía ser ignorada. Usó la plataforma de Benetton para hablar de temas como el racismo, la inclusión, la religión y la mortalidad. En un momento en el que las marcas evitaban la controversia, Toscani buscó provocarla.
Su enfoque no estuvo exento de críticas. Muchas de sus campañas fueron consideradas ofensivas o inapropiadas, pero eso no detuvo su ambición de cambiar el status quo. Con cada imagen, Toscani forzaba a las audiencias a enfrentarse a la realidad, incluso cuando esta era incómoda. Su trabajo no solo generó controversia, sino que también inició conversaciones necesarias que trascendieron el ámbito publicitario.
La influencia de Oliviero Toscani va más allá de Benetton o de las campañas que creó. Inspiró a generaciones de creativos a pensar más allá de los límites y a utilizar la publicidad como una herramienta para el cambio social. Su capacidad para desafiar lo establecido y su compromiso con la autenticidad lo convierten en una figura irreemplazable en la historia de la publicidad.
Con su partida, el mundo pierde a un provocador nato, pero su legado sigue vivo en cada anuncio que busca ir más allá de las ventas y en cada creativo que se atreve a pensar diferente. Oliviero Toscani no solo cambió la publicidad; cambió la forma en que las marcas se conectan con el mundo.
Hoy despedimos al hombre que nos enseñó que la publicidad puede ser mucho más que consumo; puede ser arte, revolución y conciencia. Gracias, Oliviero Toscani, por mostrarnos que una imagen puede valer más que mil palabras y, a la vez, transformar mil mentes.
Viviana, es Licenciada en Español y Lenguas Extranjeras de la Universidad Pedagógica Nacional. Ha trabajado como docente, traductora freelance y localizando contenidos para compañías internacionales como Nas Daily Studios, Welocalize y Streetbees. Sus grandes pasiones son la enseñanza, la música sinfónica y la literatura infantil. Cree que la polifonía es la clave para lograr mejores diálogos con el mundo que nos rodea.
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