El marketing olfativo prescinde de un elemento muy común en el marketing: la imagen. En su lugar se encarga de emplear los aromas para conseguir un efecto o para mejorar o generar una experiencia de compra. Por ejemplo, mediante el uso de un aroma determinado en todos los establecimientos de una misma marca.
Si se reconoce un aroma que viene de una tienda y sin ni siquiera mirarla se puede saber de qué marca se trata, eso es lo que busca conseguir el marketing olfativo: identificar la marca y diferenciarla de las demás.
El marketing olfativo se basa en que el ser humano es capaz de recordar con facilidad buena parte de lo que huele. Por tal motivo, la creación de una memoria olfativa es más importante de lo que parece para las marcas.
El olfato está conectado con el sistema límbico, es decir, con la parte del cerebro en la que se encuentran tanto el tálamo como el hipotálamo y la amígdala cerebral. Esta zona se encarga de la regulación de las emociones, así como de la memoria o el hambre, entre otras cosas. Se trata del sentido que más se fija de todos en la memoria. Por encima de la vista y del oído. Por lo tanto, el marketing olfativo tiene bastantes posibilidades de hacer crecer una marca si se hace adecuadamente, de esta manera se puede utilizar el olfato como un canal de comunicación.
El olfato está relacionado con la memoria pero también con las sensaciones y cuenta con un elevado poder de evocación. Los olores calman, excitan, traen recuerdos de infancia e incluso provocan sensación de hambre.
El marketing olfativo, al estar relacionado con uno de los sentidos, es una de las áreas del denominado marketing sensorial. Esta disciplina utiliza los sentidos del público objetivo (la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto) para generar una experiencia y un impacto.
Gracias al olfato se pueden reconocer miles de aromas distintos. Por lo tanto, las posibilidades del marketing olfativo como parte del sensorial son elevadísimas. Pero eso sí, explotarlo no es tan sencillo como que una marca empiece a usar un aroma estándar determinado para provocar sensaciones en sus clientes.
Además, hay que tener en cuenta qué objetivo se persigue conseguir para conocer qué camino tomar o acción a realizar en relación con los aromas. También hay que tener en cuenta que las acciones de marketing olfativo se pueden llevar a cabo de forma independiente o apoyarse en otras de marketing sensorial, y/o en las del convencional.
En principio, el marketing olfativo tiene tres objetivos: uno corporativo, que identificaría una fragancia con la marca o la empresa; otro identificativo, que se encarga de reforzar el destino o la identidad de un producto o servicio; y otro productivo, que se encarga de aumentar el aroma de un producto o servicio, o de difundirlo para provocar una emoción o un acto. Estos objetivos pueden ser únicos en cada caso o combinarse.
Es necesario recurrir a expertos en la creación de aromas únicos y personalizados, que reflejen los valores y las emociones que quiere transmitir la marca.
Artículo compartido por la Escuela Superior de Diseño de Barcelona, Esdesign.
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